lunes, 12 de diciembre de 2011

Reflexiones nocturnas, que no sé si certeras

Miro el reloj y me detengo un instante a valorar la posibilidad de cerrar el portátil y echarme a dormir. Realmente quedan pocas horas para que empiece a cantar ese maldito despertador una vez más, un lunes más de un mes más... Siempre igual, agotadora monotonía.

Miro el reloj: "faltan 5 horas" pienso; el remordimiento aflora, el día va a ser agotador; pero no puedo dormir, una presión me aprieta el pecho. Llevo varios días en la misma tónica: no comer bien, no dormir a gusto... Pueden parecer claros síntomas de una penosa reincidencia en el amor, o tal vez obsesión, y no, no es lo uno ni es lo otro, es simplemente evolución. Evoluciono inexorable hacia lo desconocido, hacia algo que me ciega y maravilla. Podrá ser un destino desconocido, sí; pero no lo temo, me atrae, me llama, me hipnotiza.

En estos días avanzo poco a poco hacia la vida noctámbula de leer bajo un manto de estrellas, de pensar arropada en tinieblas y teclear versos confusos y mareados. Bien es cierto que tú fuiste quien me invitó a sentarme ante una hoja de papel y desnudarle mis temores, mis sentimientos, mis rafagazos de enajenación... Pero ésto que hago en estas noches frías y casi místicas va más allá, más allá del misterio de tu mirada: de buscarte y tú encontrarme, de mirarte y tú besarme, de ilusiones, de explosiones... Y así por fin entendí que ¿de qué sirven las palabras del alma cuando las oye un corazón equivocado? No es amor, o sí; pero amor al misterio; amor a un mundo que descubro compuesto de palabras; amor a un mundo donde se puede ser quien se quiera ser sin fingir, sin esconderse en los propios miedos; donde se juega a inventar, a inventar lugares, tiempos y amores. Amor a la palabra escrita, perpetua, que se tatúa en el alma y no muere. Amor no efímero ni mancillado con sexo que abre la caja de Pandora de las pasiones, pasiones que tarde o temprano pagarán en moneda a Caronte; amor reducido a dos entes que creerán amarse y simplemente convivirán y caerán en rutinas que desolan y consumen, como el cigarro olvidado en el borde del cenicero. Este amor va más allá, es puro amor unilateral entre no iguales.

Miro el reloj de nuevo: ya queda menos para que suene ese maldito despertador: bebo un trago de agua, o dos; me voy a la cama, y en breves supongo que ya me atreveré a cerrar el portátil y enfrentar yo sola a la noche. Pero antes de entregarme por completo a Morfeo, te digo que ya no tengo miedo, miedo de nada. Ya puedo mirarte de nuevo y ver tus ojos de luna; porque sé que mi amor ya tiene dueño y no eres tú, sé que la duda está resuelta; mi amor está ligado a este nuevo mundo de palabras cromáticas que descubrí, aunque tú no lo creas, gracias a ti.

2 comentarios:

  1. Sensacional...El mundo de las letras, de la lectura es fascinante, y tú sabes describir su descubrimiento adulando a quien te ha llevado a él. Brillante utilización del lenguaje y tópicos. Somos muchos los que "cerramos el portátil" y nos "enfrentamos a la noche"...

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  2. Muchas gracias por dedicar un ratito de tu tiempo a leerme y escribir estas palabras. Sí, la literatura es capaz de adoptar tantas formas que cada vez que se me presenta una nueva me enamoro un poco más de ella. Aunque creo que debo matizar que la persona a la que aludo, que no adulo, no me ha llevado a ese fascinante mundo, pero sí que en muy gran medida le debo el haberme adentrado en uno en el que por fin me atrevo a plasmar por escrito lo que pienso, lo que siento o lo que encuentro, y seguramente en otros que aún no soy capaz o no me atrevo a visualizar. En cualquier caso, sí que me ha guiado a otras nuevas lecturas.
    Me alegra saber que no estoy sola al cerrar el portátil…

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